El 28 de junio de 1976, una expedición de seis alpinistas partió para hacer cumbre en el Gran Vignemale, un pico situado a más de tres mil metros de altitud. Durante la expedición, tres alpinistas cayeron de una pared y sus cuerpos quedaron irreconocibles. Uno de los expedicionarios era Sebastián, mi tío abuelo. Esta historia personal se entrelaza con el paisaje del Goierri, en el País Vasco, un territorio que, al igual que la identidad, está cargado de memoria colectiva. Mi familia, profundamente conectada con estas montañas, ha forjado su historia en estos paisajes, donde la naturaleza y la identidad se fusionan en un diálogo constante entre lo tangible y lo intangible.
A través de este proyecto, la memoria se convierte en el punto de partida para una exploración más amplia sobre la identidad y la representación visual del paisaje. El archivo familiar, que parte de las fotos de mi abuelo y su hermano Sebastián, es reactivado y expandido con nuevas imágenes, generando un puente entre el archivo y el presente. La fotografía actúa como una herramienta que no solo documenta el territorio físico, sino que también revela el vacío dejado por los recuerdos fragmentados, la pérdida y el paso del tiempo.
La identidad, en este caso, no se limita a un sentido geográfico o genético, sino que se expande hacia un territorio mental, donde la memoria colectiva convive con las huellas del paisaje. Más allá de documentar el Goierri, este trabajo profundiza en las conexiones invisibles que forjan el sentido de pertenencia, haciendo del paisaje un espejo de la experiencia humana. En este viaje, la historia personal se funde con lo universal, cuestionando cómo el lugar y el legado familiar contribuyen a la construcción de la identidad.
Al recuperar la figura de Sebastián y su relación con el alpinismo, se exploran las tensiones entre la naturaleza y el ser humano, entre el deseo de conquistar el paisaje y la inevitable vulnerabilidad ante él. A través de la fotografía, se revive su historia y se construyen nuevas narrativas, entrelazando archivo, paisaje e identidad en una reflexión sobre cómo la memoria se conserva y se transforma en el tiempo.
Este proyecto, por tanto, no solo es un homenaje a la memoria de Sebastián, sino también una invitación a repensar el vínculo entre el ser humano y el paisaje como una representación visual y emocional de nuestra identidad más profunda.
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